· El tamaño de partículas.
· La gradación del suelo.
· El índice de vacíos del suelo.
· La textura y rugosidad de las partículas.
· Temperatura.
· Viscosidad del fluido.
Claro está, que en la mayoría de los casos el agua nunca está completamente limpia, contiene pequeñas cantidades de otras sustancias que pueden producir pequeñas variaciones en la viscosidad y densidad, aún así estas dos últimas no definen el valor de la conductividad hidráulica por lo que son descartadas.
La conductividad hidráulica es medida en unidades similares a la velocidad, su intervalo de variación para el suelo es muy amplio. Se extiende desde un valor insignificante de 10-7 cm/s para el caso de arcillas, hasta un máximo de 100 cm/s para el caso de algunas gravas. En la Tabla 4.3, se presenta rangos de valores para la conductividad hidráulica en algunos tipos de suelo.
Según al valor de la conductividad hidráulica, puede evaluarse el grado de permeabilidad de un suelo. La Tabla 4.4, muestra una orientación del grado de permeabilidad del suelo según a su conductividad hidráulica.
Existen diversas maneras para determinar la conductividad hidráulica de un suelo, las formas más comunes son mediante:
· Ensayos en laboratorio.
· Métodos empíricos.
· Ensayos en campo.
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