Pocas estructuras son tan universalmente llamativas como los
puentes soportados por cables. El origen del concepto de salvar grandes luces
con cables, utilizando su resistencia a la tensión, se pierde en la antigüedad
y, sin duda, se extiende hacia atrás en el tiempo hasta antes de los registros
históricos. Tal vez seres humanos primitivos, en la necesidad de cruzar
obstáculos naturales como cañadas profundas y grandes corrientes, observaron
una araña tejiendo su red o monos desplazándose a lo largo de bejucos
colgantes.
Los antiguos puentes sostenidos por cables eran peatonales
que consistían en cables formados por bejucos o tiras de cuero retorcidos,
fuertemente tensionados para reducir la flecha. Los extremos del cable eran
amarrados a árboles u otros objetos permanentes localizados en las orillas de
los ríos o en los bordes de la cañadas o de otras obstrucciones naturales al
tráfico. El tablero, probablemente de tablas labradas de manera burda, era colocado
en forma directa sobre el cable. Este tipo de construcción fue usado en edades
remotas en la China, el Japón, la India y el Tibet. Fue usado también por los
aztecas en México, los incas del Perú y por nativos de otras partes de
Sudamérica. Todavía se puede encontrar en áreas remotas del mundo.
En 1607, un ingeniero veneciano llamado Faustus Verantius
publicó una descripción de un puente suspendido, soportado de manera parcial
por varias tirantas de cadenas diagonales figura 7.3. a . Las tirantas en ese
caso eran usadas en combinación con un cable principal de soporte (catenaria).
El primer uso de un puente puramente atirantado se acredita a Lösher, quien
construyó un puente atirantado de madera en 1784 con una luz de 32 metros figura
7.4.a. El concepto de puentes puramente atirantados parece que no fue usado de
nuevo hasta 1817 cuando dos ingenieros británicos, Redpath y Brown,
construyeron el puente peatonal de King’s Meadow figura 7.3.b. con una luz de
unos 33,5 metros. En esta estructura se utilizaban tensores de cable de alambre
inclinados, conectados a torres de hierro fundido. En 1821, el arquitecto
francés Poyet sugirió un puente puramente atirantado con cables figura 7.4.b.
usando como tirantas barras suspendidas de altas torres.
Figura 7.3.a.
Puente de cadenas por Faustus Verantius, 1607
Figura 7.3.b. Puente
peatonal de King's Meadow.
Figura 7.3.c. Puente
de Dryburgh Abbey.
Figura 7.3.d. Puente
de Nienburg.
Esta clase de puente pudo haber llegado a ser una forma
convencional de construcción de puentes a no ser por una serie de
circunstancias infortunadas. En 1818, un puente peatonal combinado atirantado
y colgante que cruzaba el río Tweed, cerca de la abadía de Dryburg, en Inglaterra
figura 7.3.c, colapso como resultado de la acción del viento. En 1824, un
puente atirantado que cruzaba el río Saale, cerca de Nienburg, en Alemania figura
7.3.c, se desplomó probablemente por
sobrecarga. El famoso ingeniero francés C.L.M.H. Navier publicó en 1823 un
prestigioso trabajo en donde sus comentarios adversos sobre las fallas de
varios puentes atirantados condenó prácticamente el uso de tirantas de cables a
la oscuridad.
A pesar de las críticas adversas de Navier sobre los puentes
atirantados, varios más fueron construidos poco después de los fatales colapsos
de los puentes en Inglaterra y Alemania, por ejemplo, el puente de cables de
Gischlard-Arnodin figura 7.4.c, con múltiples cables inclinados colgantes de
dos torres de mampostería. En 1840, Hatley, un inglés, usó tirantas de cadena
en una configuración paralela parecida a las cuerdas de un arpa figura 7.4.d..
Él mantuvo el espaciamiento paralelo de las tirantas principales usando un
subsistema espaciado estrechamente anclado al tablero y perpendicular a los
cables portantes principales.
Figura 7.4.a. Puente
de madera tipo Löscher
Figura 7.4.b. Puente
tipo Poyet.
Figura 7.4.c. Puente
de cables inclinados tipo Gischiard-Arnodin
Figura 7.4.d. Puente
de cadenas Hatley.
Además de las tirantas se utilizaron las péndolas verticales
para soportar la superestructura del puente. Observaciones del comportamiento
indicaron que las tirantas y las péndolas no se acoplaban de modo eficiente. En
consecuencia, aunque las tirantas eran convenientes medidas de seguridad en los
primeros puentes, en el desarrollo posterior de los puentes colgantes de
catenaria convencional se omitieron las tirantas. El puente colgante
convencional dominó hasta la segunda mitad del siglo XX.
La virtual eliminación de los puentes atirantados durante el
siglo XIX y los comienzos del XX puede atribuirse a la falta de análisis
teóricos confiables para la determinación de las fuerzas internas del sistema
total. La falla en entender el comportamiento de los puentes atirantados y la
carencia de métodos para controlar el equilibrio y la compatibilidad de los
diversos componentes estructurales altamente indeterminados, parecen haber sido
el mayor obstáculo para la continuación del desarrollo del concepto. Además,
los materiales en ese periodo no eran los apropiados para puentes atirantados.
El renacimiento de los puentes atirantados parece haber
empezado en 1938 con el trabajo del ingeniero alemán Franz Dischinger. Al diseñar
un puente colgante para cruzar el río Elba cerca de Hamburgo figura 7.5,
Dischinger determinó que la deflexión vertical del puente bajo cargas de
ferrocarril podía reducirse de manera considerable al incorporar tirantas de
cables al sistema de suspensión. A partir de esos estudios y de su posterior
diseño del puente de Strömsund en Suecia (1955), evolucionaron los puentes
atirantados modernos. Sin embargo, el mayor ímpetu para los puentes atirantados
vino en Alemania después de la Segunda Guerra Mundial con el diseño y
construcción de puentes para remplazar los que habían sido destruidos en el
conflicto.
Figura 7.5. Sistema
de puente propuesto por Dischinger
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